viernes, 23 de junio de 2017

MATCH POINT


EDITORIAL

Hace algún tiempo, un amigo de esta casa, el filósofo Monteigne, señalaba que la persecución de la cosa, ya es la cosa. La vida es un gran suceso de esperas, de vísperas que nunca alcanzan lo que prometen, de dilaciones que culminan convirtiéndose en nuevas dilaciones. Consumiremos la mayor parte de nuestro ánimo en esperar, más que en disfrutar lo esperado.  Tendrá el café el sabor de tu boca si al beber el ultimo sorbo, mis labios se refugian entre los tuyos. La ternura y la belleza alumbraban este camino nueve meses antes de poder acariciar tu pequeñísima mano. La noche abrumará nuestros sentidos con la oscuridad de su manto cuando luego de la espera ya no haya nada y la ausencia astille toda esperanza.  Entonces allí, la persecución de la cosa ya no será la cosa, sino un padecimiento independiente. 


En este sentido, entonces, entenderemos que el resultado de la espera, aunque fugaz, aunque breve,  resignificará el tiempo esperado. Una muerte heroica, compensará de alguna manera la crueldad de una vida miserable. El deseo, será placer y una traición revelara al fin todo lo falso. Cabe destacar, entonces, mis queridos amigos, aquel fango del azar en donde confluyen todas nuestras esperas y de la que depende en consecuencia la resignificación de todo aquel tiempo dedicado a su sentencia. No será otra cosa más que la suerte la que ilumine u oscurezca cada uno de los pasos que demos sobre los grises baldosones de la vida. No habrá amuletos ni dioses capaces de doblegar la ferocidad de aquel dictamen. Estaremos solos, caminando bajo la pesada angustia de sabernos arrojados al sin sentido oscuro y perverso del universo. La jornada será difícil y los paraísos tal vez imposibles. Buena suerte es lo único que nos deseo.-

Lucas Itze.-

Canción elegida para editorial



IMPRESIONES PARA MATCH POINT


Ella sale con tiempo sabiendo que el tráfico puede ser una complicación inesperada. En lugar de viajar con su auto, prefiere pedir un taxi para quedarse tranquila y disfrutar del paisaje. Llegando al peaje empieza a encontrar la autopista un poco congestionada. El chofer empieza a darle charla para que el tiempo pase más rápido, aunque ella prefiere que su reloj se detenga. Una vez pasado el peaje, el caos. Los autos están apiñados y parecen no querer moverse. Avanzan a paso de hombre, como un soldado que camina sigiloso en tierras enemigas. El tiempo se acorta, huye despavorido. Después de minutos eternos de espera, parece que el camino vuelve a abrirse. Un pequeño accidente fue el culpable del atraso. El chofer acelera lo más que puede. Llegan a destino. Baja las valijas a la carrera y entra en quinta velocidad en busca de su terminal. La entrada para el vuelo está cerrada. Por más ruegos, el avión saldrá en horario, pero ella no estará en él. Una hora después, está haciendo tiempo para tomar el próximo, que para su tranquilidad, saldrá en tres horas y cuenta con lugares. De repente, empieza a notar que la gente del aeropuerto empieza a caminar más rápidamente. Las caras de angustia se van transformando. Los gritos y llantos se escuchan a metros de distancia. El celular suena, es un mensaje de texto que escupe una frase que duele: decime que no te subiste al avión. Ella estalla en un llanto eterno...


Él está en una oficina que no es la suya, día de reuniones, bastante caótico para un viernes, y encima lejos de casa. De repente, el celular suena. Llega la noticia que esperaba hace nueve meses. Se disculpa, y aunque las caras de sus colegas eran de pocos amigos, sale a paso raudo en busca del primer taxi que encuentre. Sube. En el camino, no podrá evitar la emoción de contarle al taxista la buena nueva, quien le responde que a partir de ahora, no va a poder dormir más. No importa, en este momento, sueños son los que sobran. Baja del auto como un rayo. Se acerca a una ventanilla y pide un boleto para el primer vuelo que salga. La chica le guiña el ojo, y le confiesa que en el próximo avión a despegar, queda justo un asiento, parece que los planetas se alinean. Luego de hacer los trámites correspondientes, sube al avión y ve la primera foto, es igual a ella. Se sienta y se duerme, del stress que lo acorrala. De repente, un ruido, seguido de un movimiento brusco. Se escuchan gritos por todos lados, mientras el agarra el celular con fuerzas. El golpe es devastador. El sueño será eterno.


Dos historias, distintos finales. ¿Cuestiones de azar o el maldito llamado destino? ¿En qué basamos la suerte? A veces, un simple segundo puede cambiar toda una historia, en cualquier ámbito, y cuando sucede, le echamos la culpa a la suerte, como suele suceder en el deporte. Si la pelota da en un palo y sale para afuera, o si camina por la cornisa de la red y tenemos que esperar de qué lado cae. Y así nos abre el telón Woody Allen. El genio neoyorkino, nos deja esa picante frase inicial: "Aquél que dijo "más vale tener suerte que talento", conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte, asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control... Y así, nos deja pensando, tanto que tenemos que retomar el film, mientras una pelota de tenis se tambalea en la red, pero cae del lado perdedor. La acción transcurre en Londres, y por primera vez el director escapa de su Nueva York amada para un recorrido por las grandes ciudades europeas que luego continuará en Barcelona, Roma y París. De a poco, nos presenta los personajes, a Chris Wilton, un joven ex tenista irlandés que dejó ese mundo y ahora se gana la vida como profesor de tenis y a Tom, un joven de buena posición económica que será su alumno. De entrada ambos se llevarán tan bien, que hasta le presentarán a Chloe, la hermana de Tom, con quien quieren unirlo. 


El protagonista empieza a encontrar en ellos lo que siempre quiso: poder, dinero y ambición. Hasta que aparece ella, Nola Rice, en una presentación deslumbrante que enamora a cualquiera, en el papel de la nueva musa de Allen, la bella Scarlett Johansson. Como era de esperar, y acá el maestro no utilizó ningún truco, entre ellos nace un furtivo romance con un pequeño detalle, ella es la novia de su amigo, y el ya sale con la hermana... Allen nos irá llevando de a poco por la curva dramática del personaje. Durante el metraje, nos dará algunos indicios de ciertas secuencias que vendrán a continuación. Uno de los más notorios es cuando vemos a Chris leyendo Crimen y Castigo de Fiodor Dostoievski, donde el autor se termina tuteando con el escritor ruso, ya que los genios hablan el mismo idioma. El guión es la piedra basal, con diálogos en los que no hace falta ni agregar una coma. La fotografía rebosa de colores claros y fuertes, pese a ese gris con el que se lo conoce a Londres, en gran parte, para resaltar la belleza de Nola. El montaje y los encuadres rozan la perfección, mientras que la música forma una parte fundamental del film. Allen, jazzero empedernido, deja este género que utiliza en la mayoría de su filmografía para adentrarse en una ópera hitchcockiana en la escena clave de la película. Mientras Chris está planeando el asesinato de Nola, ya embarazada, la música irá in crescendo, dándonos a entender que algo va a suceder. 


Con el hecho consumado, quedará la investigación policial, donde no faltará el humor negro propio del director, pero sobre todo, quedarán preguntas, en nuestra cabeza y también en la del protagonista. Este empezará a sentir culpa por el crimen, se despertará en el medio de la noche y verá a los fantasmas que lo acosarán, aunque todo quedará en la conciencia de él, y en la moral de los que vimos el film. El azar vuelve a aparecer en ese final, donde uno de los anillos que el protagonista arroja, no cae al río. Otra vez Allen se burla de nosotros, dando un giro justo, culpando a un narcotraficante muerto que justo tenía el anillo para darle una vida más a Chris. Por lo tanto, el director vuelve a jugar con la suerte, y al igual que el protagonista, nos pregunta para que sirven la honradez, la humildad, o las buenas acciones, si todo está definido, en gran medida, por el azar. Incluso va más allá en esa dura frase del sueño, donde cita a Sófocles diciendo “no haber nacido es el mejor premio”, en un lindo cachetazo para esa aristocracia que cree que sólo los que tienen dinero pueden traer hijos al mundo, quizás, razón por la cual se obvia el embarazo luego de la muerte de ella… Así Chris empieza a encajar perfecto en ese universo, de ética comprada y moral de plástico, donde ni siquiera la llegada de un hijo lo llena de absoluta felicidad, para que toda la vida se transforme en una ruleta de un falso genio amor.

Marcelo De Nicola.-

Canción post impresiones


La suerte del irlandés, ya lo dijo el amigo Lennon 


Un crímen perfecto 


Nos despedimos así


FICHA TÉCNICA

Título original: Match Point
Año: 2005
Duración: 120 min.
País: Reino Unido
Director: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Música: Varios
Fotografía: Remi Adefarasin
Reparto: Jonathan Rhys Meyers, Scarlett Johansson, Emily Mortimer, Matthew Goode, Brian Cox,  Penelope Wilton, Alexander Armstrong,  Ewen Bremner, James Nesbitt, John Fortune, Rupert Penry-Jones

SINOPSIS


Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers) es un ambicioso y joven profesor de tenis con escasos recursos económicos. Gracias a su amistad con Tom Hewett (Mattew Goode), consigue entrar en la alta sociedad londinense y enamorar a su hermana Chloe (Emily Mortimer). Tom, por su parte, sale con Nola Rice (Johansson), una atractiva americana, de la que Chris se encapricha nada más verla. El azar, la pasión y, sobre todo, la ambición llevarán a Chris a cometer acciones que determinarán su vida y la de los demás para siempre.

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