miércoles, 22 de junio de 2016

EL CONFIDENTE - LE DOULOS


EDITORIAL

¿A que suenan los chubascos en las noches de invierno? Se preguntaba un viejo anciano mientras revolvía el último café por la madrugada. La pregunta se repetía desde hacía más de 30 años, en esas noches que la lluvia arreciaba, y la soledad jugaba sus cartas más fuertes.
La historia se fue destiñendo con el tiempo, perdiendo olores y fragancias que quedaron impregnados en los almanaques amarillentos que dejaban caer las hojas. Era un domingo lluvioso de invierno, había poca gente en la calle, estaba todo estudiado desde hacía varios meses, porque ese buen hombre que trabajaba ahí desde hacía un par de años, conocía correctamente cada recoveco del sitio.
La tarea era simple. Entrar y salir en siete minutos, sin importar el ruido de los vidrios estallados, la justicia poética ante tanto maltrato laboral. Le costó encontrar al cómplice, lugar que terminó ocupando ese amigo que nunca lo dejaba a gamba, fuera la hora que fuera, no tan convencido del acto, pero con una confianza plena en su compañero de ruta.
La cita fue a tiempo, el estallido resonó como un disparo en el desierto. Todo marchaba según lo planeado. El acto duró menos de lo imaginado, la salida estaba cerca, era el pasaje a la gloria. Ambos salieron apurados tratando de no tropezarse con los vidrios rotos, pero cuando estaban terminando de irse, uno resbaló por la culpa del piso mojado y algunos vidrios se adhirieron rápidamente al cuerpo, algo que un poco de alcohol solucionaría enseguida.
Mientras uno corría y el otro intentaba pararse, escucharon la sirena y la voz de alto que nunca quisieron escuchar. Las miradas entre los dos agregaron dramatismo a la escena, el pedido de auxilio se entendía hasta sin emitir palabras, mientras una mano se estiraba lentamente tratando de encontrar un empujón salvador. La mano nunca apareció. 


Mientras el auto arrancaba, a los pocos metros, tres ruidos secos resonaron en todo el oscuro barrio. Tres ruidos innecesarios, que masacraron a alguien que estaba en el piso, solicitando clemencia. Alguien que solo tenía un par de vidrios pegados al cuerpo, y que seguramente, no emitiría palabra alguna.
El auto y su conductor desaparecieron de la avenida, del trabajo, del barrio, de los amigos… Viajó sin rumbo hasta quedarse sin nafta, luego se dedicó a vagar parando gente que lo llevara a lugares cada vez más lejanos. Se encontró en un momento en otro pueblo, con otro nombre, con otra verdad. Nunca pudo hacer amigos en el pueblo. Era el huraño que vagaba solo en las noches estrelladas, nunca se supo cómo apareció por allí. Lo encontraban todos los domingos a la madrugada del único bar abierto bebiendo hasta que lo echaran. Repetía baratos discursos sobre la moral y los códigos, como si fuese un miembro de la mafia siciliana.
Los días de lluvia, no se movía de su sillón, solo se levantaba para servirse café o para ir al baño. Había cambiado la felicidad por un poco de dinero que no le sirvió más que para ser un fantasma. Se encontró muriendo de a poco, perdiendo la sonrisa, y con el corazón enterrado. Cada noche soñaba con la mano de su amigo, y esos ojos que rogaban sin hablar, sabiendo que el sol no se saldría nunca, que las gotas golpearían con fuerza mientras que el cielo ya no se iba a abrir, dejándolo con las ganas de encontrar una señal, para no “morir matando” su propia vida…

Marcelo De Nicola.-

Canción elegida para la editorial



IMPRESIONES SOBRE EL CONFIDENTE


Alguna vez, en una de esas noches perdidas en el baldío del tiempo, Enrique, ese mago oscuro, reveló a las pocas almas borrachas de olvido que moríamos las horas en el abismo mugriento de la mesa del bar, la historia de Pancho. Contaba, con su voz de fuelle cansado, con aquel tono forjado en mil esquinas, que por allá, en el interior del país, en medio de una comunidad formada por una tribu originaria, había un animal muy peculiar: un ganso al que todos llamaban Pancho. Lo que lo distinguía a Pancho del resto de la gansada, era que él ignoraba completamente su condición de ganso. Pancho se paseaba entre los hombres, caminando con paso firme y vociferando en aquel idioma incomprensible tal como si fuera uno de ellos. Cierta noche, entró un puma empujado por el hambre con la intención de atacar la gansada. Fue entonces cuando Pancho, no lo dudó dos segundos. Salió a su encuentro con la actitud de un puma. Hinchó su pecho y cargo de fiereza cada uno de sus pasos. Durante unos instantes, el puma creyó estar frente a un animal peligroso. Luego, naturalmente, lo mató. Pocos serán los capaces de superar aquellos diez segundos donde el ganso Pancho logró convencer al puma de lo imposible. 


Tal vez ninguno de nosotros consiga nuevamente lograr, aunque sea por tan breves instantes, aquella, la aventura más grande: que el universo entero, se olvide de una maldita vez de las leyes que lo someten. Hace poco, discutíamos en esta misma mesa, que el pasado condena a una identidad, y esta identidad no era sino la noción de límites. Quien les habla, jamás podrá extender sus alas y salir volando cualquier mañana por mucho que lo intente. El pasado, clavara sus uñas allí en el futuro, envenenándolo y proyectándose. Dice Borges que lo venidero nunca se anima a ser presente sin antes ensayarse y que ese ensayo es la esperanza. Y fue la esperanza la que hizo que Maurice confiara en Silien, su amigo, ambos personajes del film “El Confidente” de aquel adelantado, Jean Pierre Melville. El relato se armará sobre la idea de la mentira. Melville, guionista y adaptador de la obra de Pierre Lesou, trabaja de manera extraordinariamente inteligente, la información otorgada al espectador. Jamás sabremos la verdad del caso, estará en nosotros vencer prejuicios, aceptar ingenuidades. Estará solo en nosotros lograr ver al puma en Silien. La cinta trabajará con los códigos del policial negro o el film noir para los franceses. Tendremos el placer de disfrutar una fotografía extremadamente cuidada, con ciertas sombras que recordaran tal vez al expresionismo alemán, con planos y secuencias metafóricos. Recordemos aquí el comienzo del film. Maurice camina en un plano secuencia extenso, inmerso en la oscuridad de la noche. 


En su andar, el personaje tendrá momentos de luz plena, generando sombras extensas sobre el camino recorrido y momentos de oscuridad completa. Allí tal vez una bella y sencilla metáfora del personaje, de su conflicto. Allí, en una sola toma, estará contado el padecimiento al que se deberá enfrentar en la curva dramática. Allí, estará ilustrada la mentira, con sus sombras que narran parcialidades, con sus luces que apresuran historias, con aquella nube de la duda que aborda cada instante. Serán estas herramientas narrativas las que también nos hagan pensar en aquellos jóvenes que vendrán después, aquellos que lograran aquel lenguaje tan buscado por Melville, y se animaran a jugar con los diálogos y la duración de los planos, desarmando para siempre al relato, no hablo de otros más que de nuestros grandes amigos de la Nouvelle Vague. El film trabajará con la idea del antihéroe y propondrá para su final, una estructura clásica para el policial negro. Seremos nosotros, entonces, los encargados de juzgar a los personajes. Será nuestra mirada cargada de prejuicios, esclava de su identidad, acortada por nuestra cultura la que después de todo sea la encargada de descifrar aquello que ves, cuando me ves.-

Lucas Itze.-

Canción post impresiones


El policial negro de Sabina



UNIVERSO MELVILLE


Nacido como Jean Pierre Grumbach en París en 1917, fue uno de los precursores de la Nouvelle Vague. Durante la Segunda Guerra Mundial apoyó a la Resistencia de su país en contra de la invasión alemana, eso fue algo que lo inspiró en varias de sus películas. Se une a la Francia Libre en Londres, en 1942, y ya por entonces toma el seudónimo de «Melville», para unos en homenaje a su actor favorito estadounidense, Herman Melville, para otros para recordar al autor de Moby Dick.
Debido a razones políticas, decide empezar a filmar por su cuenta cuando adapta, produce, monta y dirige la obra de Jean Bruller, El silencio del mar, donde durante la Segunda Guerra Mundial, un abuelo y su nieta tienen que compartir casa con un alemán del ejército nazi.
Junto a Jean Cocteau dirigen en 1949, Los Niños terribles, la historia de dos hermanos que quedan solos y casi no salen de la habitación hacia el mundo exterior, la llegada de dos nuevos adolescentes finalizará en tragedia.
En 1953 dirige Cuando leas esta carta, la historia de una chica que quiere tomar los hábitos, pero la muerte de sus padres y la violación de su hermana le hacen cambiar de opinión. Mientras cuida a su hermana, el abusador se enamora de ella.
En 1956 filma Bob, el jugador, la historia de un gángster que va a hacer su último atraco, pero la policía está enterada del asunto, y todo cambia de un momento a otro.
Tres años después llega Dos hombres de Manhattan, sobre un diplomático que trabaja en Nueva York y desaparece misteriosamente. Dos periodistas franceses viajan a Estados Unidos a intentar esclarecer el caso, quienes descubren que el hombre tenía una vida oculta poco respetable, pero tienen que decidir entre decir la verdad, o que la buena labor del diplomático siga su curso…
En 1961 dirige Un cura, otra vez situada en la Segunda Guerra Mundial, donde una joven viuda vive con su hija y la envía al campo para evitar la deportación ya que es hija de padre judío. Ella es comunista y decide ir a la iglesia a declararse atea, pero el joven cura no le dice nada y ella empieza a visitarlo esporádicamente, impresionada por su moral. Primer trabajo de Melville con Belmondo.
Luego de El Confindente, en 1963 dirige El guardaespaldas, otra vez con Belmondo, donde un banquero huye a América y contrata a un ex boxeador para que sea su guardaespaldas.
En 1966 filma Hasta el último aliento, sobre un criminal que se reúne con sus socios luego de salir de prisión pero se ve envuelto en una matanza entre bandas rivales. Para escapar, tiene que conseguir dinero, pero es vigilado de cerca por un inspector que no le hará las cosas tan sencillas.
Se junta con Alain Delon en 1967 para darle vida a El Samurai (también llamada El silencio de un hombre), la historia de un asesino a sueldo que suele ser perfecto. El día que falla, tendrá que buscar coartadas ante los testigos que vieron el asesinato.


Dos años después estrena El ejército de las sombras, la historia de Philippe Gerbier (Lino Ventura), jefe de uno de los grupos de la resistencia en París, contra la ocupación nazi, es capturado pero tras un ardid logra escapar y se une a otro grupo que desarrolla sus acciones en Marsella, el delator es descubierto y se procede a su ejecución, la narración ofrece una visión del coraje y los miedos de estos grupos que tan importantes fueron durante la segunda gran guerra.
En 1970 dirige El círculo rojo, donde un criminal escapa en tren de su vigilador y se reúne con un socio para ejecutar un robo de joyas.
Su último film es Un policía, donde un grupo de ladrones atraca un banco y uno de ellos resulta herido. El cabecilla, tiene que enfrentarse con el comisario, quien es uno de sus mejores amigos.
El cine de Melville fue sumamente elogiado por los creadores de Cahiers du Cinema, como Godard o Chabrol, además, ha sido de una notable influencia para grandes directores como John Woo (Código flecha rota, Contracara) o Quentin Tarantino. Dejó una gran marca en el cine francés, aunque no sea reconocido como se merece.

Historias de cafetin...


Buche Sebo buche...


Nos fuimos con un clásico...




FICHA TÉCNICA

Título original: Le doulos (The Finger Man)
Año: 1962
Duración: 108 min.
País: Francia
Director: Jean-Pierre Melville
Guión: Jean-Pierre Melville (Novela: Pierre Lesou)
Música: Paul Misraki
Fotografía: Nicholas Hayer (B&W)
Reparto: Jean-Paul Belmondo, Serge Reggiani, Jean Desailly, Michel Piccoli, René Lefèvre, Carl Studer, Monique Hennessy, Marcel Cuvelier, Philippe Nahon

SINOPSIS


Tras salir de la cárcel, Maurice Faugel asesina a su amigo Gilbert Varnove. A continuación prepara un atraco para el que necesita una serie de herramientas que le proporcionará Silien (Belmondo), un individuo sospechoso de ser confidente de la policia. El robo sale mal, y Maurice, que sospecha que Silien lo ha traicionado, decide ajustar cuentas con él.

jueves, 16 de junio de 2016

CASABLANCA

PROGRAMA 142 (27-05-2016)

EDITORIAL

Si dijéramos que ya hemos sido derrotados por el odio estaríamos arrojando, finalmente, la memoria hacia la oscuridad más profunda que podamos imaginarnos. Cierto es que aún duele ese amor recientemente arrebatado como de un tirón; por eso seguimos aferrados al recuerdo de aquellos abrazos que hoy deambulan cual fantasmas, en las calles y plazas, esperando volver y hacerse nuevamente carne. Duro y triste es saber que nuestro rival invisible y asesino juega siempre con la carta más poderosa que es la del tiempo en su perspectiva individual. Por eso nos recuerdan, a cada instante, que un día de estos moriremos. Y se divierten arrojándonos a la infortunada búsqueda de los placeres para que en nuestro último suspiro nos reconozcamos sabios y satisfechos. Sin embargo, siguiendo aquel juego, la última lagrima que recorra nuestra mejilla nos susurrara junto al oído: “Flaco, sólo te estas llevando experiencias y saberes de cartón”. El corazón se detendrá y lo que quede de nuestra luz se alejará, lentamente, desde las pupilas y se hundirá hacia la nada sentenciando nuestro fin. 


La muerte no será otra que la del recuerdo de aquel paso efímero, diminuto y absurdo por este plano tan extraño llamado mundo.
Muertes reales invaden y atacan con el rifle del olvido para siempre. Y los fantasmas resisten escudados en las memorias de las almas que quieren ser libres y responden desde las trincheras de las ideas… A veces, cuando la sangre es tanta y el dolor aturde tan violento sólo queda replegarse en aquel instante donde todo se detuvo y una persona con bandera en mano dejo ver su sonrisa a lo lejos festejando la libertad pospuesta de batallas pasadas, recordándonos que al fin y al cabo somos siempre los mismos pero con un par de guerras encima. El mundo, incansable, sigue girando una y otra vez. La sociedad gira al mismo tiempo repitiendo sus ciclos y reciclajes. Sin embargo, esa memoria no nos arregla a ninguno de nosotros. No nos conformamos con aquel París efímero. Queremos el país, el mundo, la memoria sana, las plazas llenas y referentes dispuestos a ofrecer su corazón….

Alan Beneitez.-

Canción elegida para la editorial



IMPRESIONES SOBRE CASABLANCA


No hace muchos días, un historiador puntualizaba en su relato sobre la brutal llegada de los conquistadores al continente americano. En su narración, describía que no había sido las ropas, ni las logradas embarcaciones, ni siquiera las amenazadoras armas lo que los había sorprendido de manera casi mágica a los nativos, sino el uso de la palabra escrita. Vieron ellos allí, en aquellos papeles garabateados, el poder de unir el pasado con el presente, vieron ellos desmantelarse ante sus ojos la percepción del tiempo. Alguien gritó desde la oscuridad de un bar, que lo único que existe es el presente. El pasado, aquel lugar de acuerdo tácito, aquella asociación ilícita de los sucesos, es una herramienta manipuladora que no hace más que contarnos de manera selectiva aquello que jamás sentimos, aquellos lugares que jamás visitamos o aquellas batallas que ni siquiera supimos soñar. Será el pasado mismo, a través de sus mecanismos mnemónicos adquiridos a lo largo de todos aquellos ensayos y errores que componen la llamada adaptación, el que impondrá con tenacidad sus límites al futuro, imponiendo de esta manera una conducta identificatoria. 


La identidad, aquel desencanto de la existencia, se desarrolla no solo sobre la base de la centralización narrativa de las experiencias pasadas, sino también sobre la narración especulativa de lo que se continuará siendo. Será el futuro, entonces, un triste recuerdo envenenado del pasado. Ya no veremos allí adelante el caos generado por la aparición peligrosa y azarosa de estímulos vagabundos, sin ningún destino, sino los siniestros muros del orden levantados por las cobardes manos de lo que llamaremos con algún desprecio: planes. Trascenderá aquella orden narrativa apuñalando el brillo de nuestra existencia, reduciendo la posibilidad de lo inesperado, enjaulando al peligro al final de cada copa, en la soledad más terrible de cualquier mesa bar. Pero encontraremos un destello dentro de esta cárcel del tiempo que nos hemos construido. Existirán ciertos flashes, ciertos instantes donde la cultura pestañea y entreabre aquellos paredones invisibles que marcan el camino. En ellos encontraremos el placer de nuestra existencia. En un verso que nos ataca al azar, y quizás no en el poema, o tal vez en la mirada enloquecida que descubrimos con angustia en una pintura y no en el cuadro. Aquel flash, aquel instante, aparecerá con claridad en el encuentro de Ilsa y Rick, en aquella inmortal escena de Casablanca, film legendario de Michael Curtiz


La cinta, tal vez a simple vista, resulte un prolija obra hollywoodense con todos sus ingredientes. Grandes estrellas en pantalla, un guion sólido que coquetea con la mezcla de géneros, una fotografía clásica con locaciones imponentes y costosas. Pero si agudizamos un poco la mirada, quizás veamos la obra desde otro punto de vista. El film, más allá del edulcorado planteo político, pone en escena un conflicto primordial sobre la identidad de Rick. Todos dudan y le cuestionan su presente intentando ubicarlo en algo entre lo neutral, la complicidad y el apoliticismo. Su inacción y parquedad se romperán con la aparición de Ilsa que coincidirá con el punto de giro de la curva dramática. Rick, estará atrapado en un recuerdo, será cierto pasado arruinándolo todo sobre aquella fantasiosa percepción del tiempo, será él negando el que fue, engañando vilmente en aquella proyección al que será o se planea ser. Allí su conflicto existencial, allí la necesidad de una decisión para volver a aquella otra ilusión que es el movimiento. El entenderá entonces que nadie vuelve a ningún lado y decidirá no luchar más contra el olvido ya que olvidar es imposible, solo es posible ser olvidado. Esa será su propuesta para aquella dama de ojos tan tristes como los suyos, aquella dama que sacudiéndose las cenizas del tiempo volvió una noche.-

Lucas Itze.-

Canción post impresiones


El famoso tema de Casablanca



UNIVERSO CURTIS


Miháli Kertész; Budapest, 1888 - Hollywood, 1962) Nacido en Budapest, en la época del Imperio Austrohúngarom se formó en el teatro, rodó numerosas películas en Budapest, junto a M. Stiller y V. Sjöström, y en diversos países europeos desde 1919. Instalado en Hollywood en 1926, trabajó casi en exclusiva para la Warner y demostró un sólido talento de artesano capaz también de realizar grandes títulos, como Las aventuras del capitán Blood (1935), La carga de la brigada ligera (1936), Alma en suplicio (1945) y, sobre todo, Casablanca (1943), por la que recibió el Oscar a la mejor dirección.
Llevado a Hollywood por Harry Warner en 1926, durante los siguientes veinticinco años rodó más de cien títulos, muchos de ellos rutinarios, pero también otros en los que pudo desplegar su gran energía creativa. Para los críticos, su figura está íntimamente ligada al sistema de los estudios de Hollywood. A menudo ha sido calificado de técnico muy bien dotado que supo subordinar su personalidad a las exigencias de la maquinaria.
Sin embargo, algunas de sus películas de los años 40 y 50 contradicen esta afirmación simplista. Su ciclo con Errol Flynn dio al cine estadounidense aventuras románticas memorables, entre las que sobresale un gran clásico como Robin de los bosques (1938), en el que Curtiz y Flynn se reencontraron con Olivia de Havilland y Basil Rathbone, tras haber participado todos ellos en la filmación de otro título emblemático del cine de aventuras, El capitán Blood (1935). El realizador húngaro tuvo la habilidad de imprimir un ritmo trepidante a la historia y logró momentos memorables, entre los cuales merecen especial recuerdo la divertida lucha entre Robin Hood y Little John o el largo y accidentado duelo final a espada entre el héroe y el villano.


También rodó excelentes filmes con Humphrey Bogart, John Garfield y James Cagney. Casablanca (1942), por la que obtuvo el Oscar, es una obra de arte ya clásica y difícilmente puede definirse como "el más afortunado de los accidentes afortunados", en frase de Andrew Sarris. Curtiz supo engarzar a la perfección los heterogéneos elementos de un guión improvisado manteniendo en todo momento el suspense, encajó actores por cuya química nadie apostaba y manejó de modo magistral las atmósferas y los planos cortos, penetrando hasta las entrañas de los personajes.
El realizador húngaro cultivó todos los géneros cinematográficos: drama social, comedia musical, western, sagas marinas, comedias de capa y espada, melodramas de gángsters y de ambiente carcelario y películas de terror y de misterio. Otros títulos destacables de su filmografía son Ángeles con las caras sucias (1938), Yanqui Dandy (1942), Pasaje para Marsella (1944), Noche y día (1946) y No somos ángeles (1955).


La Marsellesa para el comienzo


Otro clásico...


FICHA TÉCNICA

Título original: Casablanca
Año: 1942
Duración: 102 min.
País: Estados Unidos
Director: Michael Curtiz
Guión: Julius J. Epstein, Philip G. Epstein, Howard Koch (Obra: Murray Burnett, Joan Alison)
Música: Max Steiner
Fotografía: Arthur Edeson (B&W)
Reparto: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid, Claude Rains, Conrad Veidt, Sydney Greenstreet, Peter Lorre, S.Z. Sakall, Madeleine LeBeau, Dooley Wilson, Joy Page, John Qualen, Leonid Kinskey, Curt Bois, Ed Agresti, Marcel Dalio, Enrique Acosta, Louis V. Arco, Frank Arnold, Leon Belasco, Oliver Blake

SINOPSIS


Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Casablanca era una ciudad a la que llegaban huyendo del nazismo gente de todas partes: llegar era fácil, pero salir era casi imposible, especialmente si el nombre del fugitivo figuraba en las listas de la Gestapo. En este caso, el objetivo de la policía secreta alemana es el líder checo y héroe de la resistencia Victor Laszlo, cuya única esperanza es Rick Blaine, propietario del 'Rick’s Café' y antiguo amante de su mujer, Ilsa. Cuando Ilsa se ofrece a quedarse a cambio de un visado para sacar a Laszlo del país, Rick deberá elegir entre su propia felicidad o el idealismo que rigió su vida en el pasado.

miércoles, 15 de junio de 2016

RASHOMON


EDITORIAL

El corazón y su redoble iracundo
el obscuro caballo de la sangre
caballo ciego caballo desbocado
el carrousel nocturno la noria del terror
el grito contra el muro y la centella rota
Camino andado
camino desandado
El cuerpo a cuerpo con un pensamiento afilado
la pena que interrogo cada día y no responde
la pena que no se aparta y cada noche me despierta
la pena sin tamaño y sin nombre
el alfiler y el párpado traspasado
el párpado del día mal vivido
la hora manchada la ternura escupida
la risa loca y la puta mentira
la soledad y el mundo
Camino andado
El coso de la sangre y la pica y la rechifla
el sol sobre la herida
sobre las aguas muertas el astro hirsuto
la rabia y su acidez recomida
el pensamiento que se oxida
y la escritura gangrenada
el alba desvivida y el día amordazado
la noche cavilada y su hueso roído
el horror siempre nuevo y siempre repetido


Camino andado
camino desandado
El vaso de agua la pastilla la lengua de estaño
el hormiguero en pleno sueño
cascada negra de la sangre
cascada pétrea de la noche
el peso bruto de la nada
zumbido de motores en la ciudad inmensa
lejos cerca lejos en el suburbio de mi oreja
aparición del ojo y el muro que gesticula
aparición del metro cojo
el puente roto y el ahogado
Camino andado
camino desandado
El pensamiento circular y el circulo de familia
¿qué hice qué hiciste qué hemos hecho?
el laberinto de la culpa sin culpa
el espejo que acusa y el silencio que se gangrena
el día estéril la noche estéril el dolor estéril
la soledad promiscua el mundo despoblado
la sala de espera en donde ya no hay nadie
Camino andado y desandado
la vida se ha ido sin volver el rostro.

Octavio Paz – Repeticiones

Canción elegida para la editorial



IMPRESIONES SOBRE RASHOMON


Las nubes negras avanzan como un ejército de guerreros poderosos e implacables tomando por asalto la plenitud de aquel reino celeste. Si es verdad que para cada luz siempre hubo una sombra sobre esta tierra de mortales hoy, la oscuridad todo lo habita en la soledad más pura, aquella oscuridad que avanza lento y huele a muerte y a mentiras. De pronto, la lluvia. Su rugido húmedo golpea con sus afiladas gotas como la garra de un tigre desesperado que cae pesada e infalible sobre la infértil tierra y los despeinados pastizales. Entre aquellas sombras se levantan aun los heridos restos de la imponente Rajomon. No hay vestigios de heroísmo ni opulentos versos o pinturas que rescaten la singular belleza de aquella entrada hacia ese mundo imperial y distinguido. Aquella belleza quedo atrapada en una anécdota que ya nadie cuenta, su nombre primero ya no suena entre los susurros de los más viejos. El viento aúlla su furia entre sus columnas rotas y las maderas agrietadas. El viento sopla su muerte por aquellos rincones oscuros del olvido. La desolación aprendió su angustiosa frialdad entre la suciedad de sus ruinas. 


Allí donde los muertos mueren de pena… allí donde nacer es la condena, allí donde la última lagrima cae para que nadie la escuche sobre las letras de ese cartel que nos cuenta que el infierno es aquí y ahora, sobre ese nombre, Rashomon. “El demonio vive aquí y su terror se alimenta de la ferocidad del hombre” nos dirá aquel personaje que nos representara simbólicamente en la pantalla a nosotros, los espectadores, aquel personaje que aparecerá en escena desde atrás de cámara, como una proyección del que mira la cual se extiende asombrosamente al relato. Rashomon, adaptada y dirigida por el siempre genial Akira Kurosawa, vendrá a mostrarnos que se puede narrar de otra manera, hoy repetida sin escrúpulos hasta el hartazgo, pero en aquel entonces innovadora y revolucionaria. El tiempo del relato escapará a la linealidad por una acertada decisión estética, trabajando el presente narrativo entre los restos de Rashomon, bajo aquella lluvia incesante que buscará limpiarlo todo, que buscará purificarlo o por lo menos hacer fluir aquello estancado allí por siglos. Luego, el relato se abrirá en distintos raccontos, que responderán a distintos puntos de vistas sobre un mismo asesinato. 


Un juego similar realizaría nuestro gran amigo Woody Allen varios años más tarde, pero en este caso, lo que variaría seria el género trabajado sobre una misma situación, realizando con esto, un magistral ejercicio de dirección cinematográfica. Hablo, claro está, de Melinda Melinda. Pero volvamos a Akira. El film trabajará sobre la adaptación de dos cuentos, de los cuales tomara la locación de uno y la situación eje del otro, adjudicándole un simbolismo particular a cada secuencia rodada. Por allí entonces, paseará tanto la moral como los prejuicios, por allí tropezará también la fe hasta casi perderse entre los inútiles recuerdos de una cultura en decadencia, por allí el agua deberá hacer su mayor esfuerzo para limpiar toda aquella suciedad que pesa en el pasado, deberá correr con salvajismo para purificarnos y así volver a creer en el hombre. El sol saldrá entonces, con el llanto de un chico y en aquel amanecer de la esperanza tal vez rescatemos del tiempo ese haiku escrito por Jorge Luis que más de una vez me ha funcionado de faro en la noche más oscura: En el desierto acontece la aurora: Alguien lo sabe.-
Lucas Itze.-

Canción post impresiones



De según como se mire todo depende...


El homenaje de Charly


Y nos fuimos con...



FICHA TÉCNICA

Título original: Rashômon
Año: 1950
Duración: 88 min.
País: Japón
Director: Akira Kurosawa
Guión: Akira Kurosawa, Shinobu Hashimoto
Música: Fumio Hayasaka
Fotografía: Kazuo Miyagawa (B&W)
Reparto: Toshirô Mifune, Machiko Kyô, Masayuki Mori, Takashi Shimura, Minoru Chiaki, Kichijirô Ueda, Noriko Honma, Daisuke Katô

SINOPSIS


Japón, siglo XII. En Kioto, bajo las puertas del derruido templo de Rashomon, se guarecen de la torrencial lluvia un leñador, un sacerdote budista y un peregrino. Los tres discuten sobre el juicio a un bandido, acusado de haber dado muerte a un señor feudal y violado a su esposa. Los detalles del crimen son narrados desde el punto de vista del bandido, de la mujer, del señor feudal -con la ayuda de un médium- y del leñador, único testigo de los hechos.

PELICULA COMPLETA


martes, 7 de junio de 2016

FUEGO GRIS


EDITORIAL

La oficina, el escritorio, el teclado, la computadora... más allá otro escritorio, otro ser, misma mirada... y más allá otra y otra. Todos como sujetos con la vista hacia las sombras, aunque parecen moverse. De hecho lo hacen. Son sus almas las que están presas. Son sus cuerpos anímicos los que se inflaman y laten peligrosamente... Inevitablemente sus cuerpos ciegos chocan y surgen imágenes y signos de esa energía de colisión. El cuerpo anímico llega a su punto máximo de condensación y clama por su libertad.
Y surgen... ¿Quiénes son esos seres que nos arrastran por la escarpada hacia la luz de la superficie, lastimándonos, lacerándonos? ¿Quiénes son esos otros seres que nos metieron presos y nos sujetaron y nos alimentaron todo este tiempo con sombras y reflejos? ¿Que son esos objetos que ahora veo? ¿Son lo que ahora veo o son lo que antes veía? ¿Qué es este poder que me arrastra a conocer contra mi voluntad y que me genera cada vez más goce y por el cual cada vez más me dejo arrastrar? ¿Este soy yo o hay más?


Mi habitación, la cama, la soledad, los sueños... El recuerdo es lo que me hace daño. El olvido es lo que me da humanidad y me deja pensar algo así como la felicidad y desearla. Carceleros y oráculos tiran de mis extremidades cual Edipo, pero hacen a mi liberación. ¿Desde dónde tendría que surgir yo si no es de mi propia caverna?
Fuego gris es el desencanto por la vida pero no el abandono a eso. Es un camino espiritual al que Milena es arrastrada desde su infancia plagada de tragedias hasta su presente no exento de lo mismo. Vamos a recorrer en silencio su enfrentamiento con esos monstruos del inconsciente que la atosigan y no la dejan realizarse en la felicidad.
Con ella, junto a ella, vamos a enfrentarnos al enigma que quedará resuelto en apariencia. Vamos a dejarnos tentar por Mefistófeles en la búsqueda de más respuestas. Vamos a prestar oído a todos los fuegos fatuos. Pero en disconformidad, hasta que al fin salgamos a la luz.

Christian Soria

Canción elegida para la editorial



UNIVERSO CÉSAR


Nacido en Argentina en 1962, empezó a interesarse por el cine cuando en 1975 su hermano mayor le regaló una filmadora que pasó a usar intensamente y dos años después guionaba y realizaba su primer cortometraje de 7 minutos, al que luego siguieron otros.
Luego de su primer largo llamado De las caras de los espejos, que no fue estrenada comercialmente en el año 1982, y un par de cortos (Memorias de un loco y Ecce civita nostras), estrenó en 1988 el polémico film La sagrada familia, donde un grupo de personas damnificadas por una inundación llegan a la estancia de un poderoso terrateniente que les promete ayuda, pero a medida que pasan los días, empiezan a ser tratados como prisioneros y esclavos, debido al discurso moralista y religioso del hombre que sólo busca satisfacer sus propios negocios.
En 1991 empezó con su trilogía africana, la primera fue Equinoccio, el jardín de las rosas, sobre un ángel adolescente que va relatando cinco fábulas diferentes a lo largo de otras cinco distintas ciudades. La película fue filmada en Túnez y está hablada en árabe.
Luego de filmar Fuego Gris en 1993, llegó la segunda parte de la trilogía con el film Unicornio, el jardín de las frutas. El film fue filmado en India y consta de cinco episodios: uno, sobre la transexualidad, incluye el sacrificio de un muchacho en una aldea habitada por mujeres; el siguiente habla de una esclava blanca que el protagonista adquiere con el dinero ahorrado para comprar un camello; el tercero refiere a la aventura de un alquimista cuya búsqueda no es el oro sino la eternidad. El cuarto versa sobre una caravana de la vida y en el quinto se desciende a un colorido infierno con desatadas furias y otros seres venidos de la tradición griega.
Cierra la trilogía con Afrodita, el jardín de los perfumes en 1998, esta vez filmada en Malí. Basado en la visión de Hesíodo, en la clásica Teogonía, el film comienza en la ciudad de Citrea cuando Cronos, el hijo menor de Urano, mutila los genitales de su padre y los arroja al mar. Todos los dioses esperarán que, de la unión de los genitales de Urano y la espuma de las aguas, nazca Afrodita. Al día siguiente los Céfiros encuentran un joven adolescente desnudo y durmiendo en las orillas del mar. Sin ninguna duda, determinarán que es Afrodita. Y lo llevarán a Citrea y esposará a Hefesto. Allí se convertirá en un conflictivo personaje de ambigua sexualidad que no intentará cambiar la historia de la humanidad y se tornará un ser desesperanzado.


En 2003 llega quizás su film más personal, Sangre, donde cuenta la historia de dos hermanos y su madre, que todavía sufren la muerte de su padre, 25 años antes, en extrañas circunstancias. Martín tenía 5 años, hoy quiere hacer un film que metaforice sus vivencias de esos años. Nicolás tenía sólo 5 meses, diseña páginas de internet, pero viaja por la vida buscando personas que hayan conocido a su padre, para despejar dudas.
Cuatro años después dirige Hunabkú, la historia de Federico, Mabel y su hijo Lucas que abandonan su vida en Buenos Aires y se trasladan al sur seducidos por una prometedora oportunidad laboral para Federico. Una vez allí, Lucas queda impactado ante la majestuosidad de un glaciar y comienza a explorar el hielo en busca de respuestas a sus múltiples enigmas, ya que percibe algo debajo de esos enormes bloques helados que no puede describir con palabras. En este marco, Lucas se conectará con una niña asiática y con un antropólogo que lo escucharán y acompañarán en su búsqueda
En 2010 filma Orillas, donde narra dos historias al parecer muy distantes que lentamente van aproximándose entre sí. Por una parte se encuentra Babarimisa, un joven de Benin quien sufre de una implacable enfermedad para la que parece no tener remedio. Desesperada por salvarlo su madre, Morenike, acude a una sacerdotisa Yoruba para invocar el poder de los dioses Orixás. Mientras tanto en Argentina, Shantas es un joven delincuente que vive en una zona marginal teñida por las prácticas del Umbanda, un culto derivado de las religiones africanas. Ningunos de los dos puede siquiera imaginar las sorpresas que les deparará el destino.


Por último en 2014 dirige Los Dioses del Agua, que cuenta la historia de un antropólogo argentino que, inspirado en las investigaciones del etnólogo francés Marcel Griaule sobre la mitología de los Dogón, emprende una búsqueda de los últimos sabios tribales con el objeto de recuperar información acerca del posible origen del hombre y su relación con aquellos seres anfibios que habrían llegado de las estrellas, conocidos como Nommos.



SINOPSIS

Una mujer joven, que fue violada de niña por su padre, se encuentra alienada del mundo y su entorno más cercano.
Su madre, que también ha sido víctima de la violencia y el clima familiar insoportable que creó el padre, se ha vuelto loca. Después del suicidio de su única amiga, la protagonista entra de golpe en un estado ensimismado, y se esconde en un mundo ominoso e inestable dentro de su mente.
Al darse cuenta que ella misma ha creado los oscuros escenarios por los que transita, decide revertir la situación, y realizar una catarsis que la libere de sus demonios internos.
Lentamente, la joven comienza a atravesar sus procesos psíquicos y simbólicos, enfrentándose a los traumas causados por el abuso físico y psicológico de su padre, el sufrimiento que le provoca la situación de su madre y los miedos que la han perseguido por tanto tiempo, con un ansia renovada de liberarse de sus cadenas mentales y alcanzar la paz interior.


PELICULA COMPLETA